el sol también cumple años


En tierras de Arturo el sol está como lejos, llega a ser difícil de apreciar, hasta que un día se acerca más de lo habitual y te das cuenta de lo que lo echabas de menos. Entre neones parece no importar, pero cuando las nubes vencen la batalla el corazón se encoge, la ciudad se duerme, todo parece pesar más... Amanecer, anochecer y vuelta a empezar. No para de moverse ¡Ah, no, si la que se mueve soy yo! En un universo de astros y planetas decidimos quedarnos a su lado por un tiempo... mientras nos soporte al menos. El sol también cumple años, pero no se hace mayor.

Foto: Andes argentinos en Tierra del Fuego

sin refugio


Qué hacer cuando sientes que nadie te entiende. Dónde esconderte cuando de tu hogar no queda ni una astilla. Cómo huir si te cortaron las alas y ahora te das cuenta de que olvidaste cómo correr, llevas las zapatillas cambiadas de pie y, además, son varios números más grandes. Quizá te hayas encogido... o no, pero te sientes pequeña... Cómo encontrar el camino cuando no hay farolas y las nubes negras no te dejan llegar a la luna... cuando todo es completamente negro. Dónde esconderse a escribir cuando todo está lleno de gente...
Foto: Lago Fagnano, Tierra del Fuego, Argentina.

a veces, merece la pena


Mientras el señor de la casa deposita sobre el suelo la pesada carga del día y los ladrillos tiritan de frío bajo el manto que cubre las noches, a mí me da por ponerme a escribir sobre la nada. Recuerdo a mis amig@s y me pregunto por qué siguen queriéndome, y me doy cuenta de que, a veces, vivir merece la pena.


 
Foto: Monte Olivia, Tierra del Fuego, Argentina

¿libres?

Siglo XXI La libertad que no sentimos_ La verdad que no oímos, que no queremos oír. Un mundo que no pisamos, que nos da dentera y nos produce desazón. Oscuras voces que mueven el mundo sin dejarse oír. Borregos que seguimos órdenes desconocidas pensando que es nuestra verdad ¡o sin pensar! ¿Para qué? ¿Para que duela? Mejor seguir comiendo basura adornada a modo de pastel. Ciegos, queremos seguir adelante sin asumir que ya no podemos más, que nos cortaron las alas, que alguien decidió que no merecíamos más. No más de lo bueno, ahora nos tocaba saborear las cenizas del infierno.