Eric Whitacre - Coro virtual - Lux Aurumque



Hay gente que tiene algo, no sé el qué, y consigue hacer maravillas. Cuando esa maravilla es poner juntas las voces de cien personas que, cada una en su casa, interpretan una melodía, resulta que sale esto.

PD: No sé por qué puñetas el vídeo sale mal embebido, pero bueno, no quiero dejar de compartirlo. Si no os basta con la música, no tenéis más que ir a youtube y darle al play. Ahí queda para que lo disfruten...
PD2, meses después: ¡corregido!

Via Mangas Verdes

FLAME: arte en llamas

El otro día uno de los bloggers a los que leo habitualmente puso sobre la mesa el debate de qué es arte y qué no lo es, quién decide qué es y qué no es, y todas esas cosas que se le ocurren a uno cuando ve "obras" como el cuadro que él vio en el Louvre y alguna otra maravilla que circula por ahí. Yo no sé qué es arte y qué no, pero esas rayas sobre fondo negro no me lo parecen y creo que el Louvre tiene muchas cosas más valiosas en que gastar el dinero. Curiosamente otro de los bloggers a los que sigo ha hecho mención esta semana a una nueva herramienta para crear arte lanzada por Peter Blaskovic. Se llama Flame:

"Flame es un programa de pintura que forma parte de mi proyecto experimental Soy un Artista. Creo que con herramientas que te inspiren, todos podemos ser artistas. Puedes probarlo aquí: elige diversos tipos de pinceles y crea tus propios cuadros al fuego."

Ni que decir tiene que lo he probado y,al menos de momento, no todos podemos ser artistas, pero algunas de las creaciones que han quedado expuestas en la galería son de veras dignas de contemplar. No tenéis más que seguir los enlaces si tenéis interés en seguir esta pista.

PD: La foto la tomé de esa galería y parece que es obra de alguien llamado Tony. No puedo más que animarle desde aquí a realizar alguna otra maravilla como ésta.

Se nos fue Delibes

"Los hombres se hacen. Las montañas están hechas ya." Miguel Delibes Setién (Valladolid, 17 de octubre de 1920 - Valladolid, 12 de marzo de 2010

Se fue. El Nobel, que tanta prisa se ha dado otras veces, esperó demasiado para reconocer la grandeza de este maestro.

Kooza

No creo ser capaz de hacer honor al espectáculo que tuve la suerte de contemplar hace unos días cuando entré en la carpa del Circo del Sol. A los diez segundos de empezar ya tenía todos los pelos de punta y pasé todo el tiempo (y fueron dos horas) aplaudiendo hasta no sentir las manos, con la boca entreabierta de la fascinación y, por qué no admitirlo, con los ojos queriendo hacer aguas en más de una ocasión (llamadme sensiblera, pero fue emocionante, trepidante y precioso).

Un payaso y una cometa que traen recuerdos de Peter Pan y por suerte acompañan a los payasos más payasos entretejiendo una historia que no sólo llena los huecos, sino que invita a disfrutar del entreacto y además comparte la misma calidad estética que el resto de actuaciones.

Un ejército de forzudos que construye castillos, hace piruetas y salta por los aires, vigila que todo vaya bien, asegura las escaleras y las redes, baila con los más extravagantes disfraces y entretiene al público entre actos. Además ¡sus cañones disparan confeti! Una no puede hacer sino preguntarse qué ocurriría en el mundo si todo lo que los cañones pudiesen tirar fuera confeti...

Una música que te eriza los sentimientos, más aún cuando el escenario se mueve, entra en la historia, se levantan las cortinas, se adelanta la plataforma, se despliegan las escaleras... Una batería que se convierte en uno de los actos del show, con tanta exigencia física como el que más, con la misma belleza plástica y con el añadido de la música que brota de cada uno de los golpes.

Unas contorsionistas que parecen no tener espina dorsal, componen las más extrañas figuras con sus maleables cuerpecillos y realizan movimientos imposibles a una velocidad de vértigo. Se anudan, se desanudan, se suben, se bajan, ahora por aquí, ahora por allá, ¡y cómo han hecho eso!

Unos equilibristas que no conocen la palabra miedo y no sólo caminan sino saltan, bailan y montan en bicicleta sobre la cuerda allá arriba, mientras todos nos quedamos aquí abajo con la boca abierta. A punto está de caer, pero no se conforma y repite el número, esta vez sin titubeos, y toda la carpa estalla en un aplauso.

Bailarines acrobáticos que narran una historia de amor sobre un monociclo; la elegancia del trapecio que vuela mucho antes de atarse la cuerda de seguridad; similar a la de la mujer de los aros, que nos mantiene a todos girando con ellos, con las manos tensas para que no se escape ninguno. Alguno se escapó, pero se vuelve a poner a bailar y listo.

La adrenalina de las ruedas del infierno, con giros inimaginables, caídas libres, saltos al vacío, carreras en un aire que gira y gira y gira... y el calladito equilibrista que se quiso poner a hacer el pino sobre ocho sillas puestas una sobre otra (se debió aburrir de sentarse en una que estuviera sobre el suelo)...

Un sueño, algo prodigioso. Gente confiando en gente. Gente dando soporte a gente. Gente trabajando junta para hacer algo HERMOSO.