Hasta esta apartada orilla ha llegado esta semana la noticia del despido presuntamente improcedente de un amigo. Otro más. El primero llevó a juicio a la empresa, nada menos que un sindicato, y lo ganó. El segundo espero que se anime a denunciarlo si las pruebas que están en su mano son suficientes en opinión de los expertos. En fin, que la noticia me encendió la vena gasta-tinta-del-boli y me salió un pequeño párrafo dedicado al asunto, y hoy que me he puesto a darle a las teclas, me da por compartirlo con la red de redes. Ahí queda eso:
Jefecillo: dícese del "pringao" que se cree un dios y no es nadie. Generalmente está donde está porque llegó antes que los demás a la empresa y aguantó hasta que el jefecillo anterior se quitó de en medio. No tiene amigos en la oficina porque de todos es sabido que a los empleadillos, a esa chusma andante, si les das una mano te cogen el brazo, así que es mejor mantener la distancia para que te respeten. La realidad es que no tiene amigos porque es un capullo y no hay quien lo aguante, pero en la oficina no se molestan en hacérselo ver para no quitarle al pobre infeliz la satisfacción de creer que elige. Es una marioneta del jefe, que es quien de verdad manda, y que le ha dejado creerse que es alguien porque le viene bien a sus intereses pero no dudará un segundo el día que lo tenga que echar. Si el mundo fuese justo, el elemento en cuestión estaría sentado en una escalera con la cabeza gacha y la mano extendida pero, como "la vida es así", sigue yendo cada día a la oficina con su corbata bien puesta.
Pd: Por fin ha salido un domingo soleado y hemos conseguido las últimas entradas para el avistamiento de ballenas. Esta vez no me he echado al agua :o)
Pd2: La imagen la he sacado de aquí y, si tenéis un rato, el texto que la acompaña es para quedarse pasmado.
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