Esta mañana me ha asaltado un pensamiento extraño.
No entiendo porqué nos empeñamos en tener dos coches, dos guarderías, dos de lo que sea que estás pensando también, para poder tener dos trabajos en los que pasar dos vidas separadas intentando encontrar tiempo para conectarlas. No entiendo porqué un tercio de nuestra vida se nos va rodeados de algunos de nuestros peores enemigos, algunas personas que no nos podrían ser más indiferentes, algunos jefes a los que desearíamos perder de vista, cierto, algunos de nuestros mejores amigos también, y todo ello en un espacio en el que nuestra influencia no pasa de poner una flor o una postal que nos recuerden que hay una vida más allá de esas paredes. Incluso si nuestro trabajo no es así, porqué pasamos altos y bajos allí, porqué no admitimos que casi nadie puede trabajar al máximo de su eficiencia y productividad en este modelo de trabajo continuo. Porqué no reducimos la carga laboral y todos los gastos que produce y nos dedicamos a hacernos la vida más fácil, a reducir todos los problemas generados por tener millones de candidatos a persona amargada del mes. Porqué tiene que ser todo blanco o negro, trabajando a todas horas o desempleado…
Ahora que los EREs están de moda y mucha gente se encuentra repartiendo horas de trabajo con compañeros de despacho o completos desconocidos que se sientan en oficinas en el otro lado del globo, quizá se puedan plantear nuevos modelos de productividad que no pasan por reducir derechos sociales, abaratar el coste de destrozarle la vida a la gente o incrementar aún más los desequilibrios sociales, la distancia entre los que lo tienen todo y los que tienen que luchar por todo, pero me da que eso pasa por un cambio más allá de lo que cuatro trajeados pueden hacer desde un hemiciclo… Sé muy bien lo que es sentirse inútil, improductivo, una carga, y no abogo por mujeres (ni hombres) florero, pero igual pasar del uno provee y el otro cuida el nido al los dos proveen y hacen malabares para cuidar el nido no ha sido tan buena idea.
Si aún no os parece suficientemente extraño el pensamiento, igual es que no sabéis que yo, de lo único que tengo dos, es bicis, mochilas y ordenadores portátiles, que no hago malabarismos para conectar mi vida con ninguna otra, y que, cuando lo tengo, soy adicta al trabajo.
Puffff… Creo que hacía demasiado tiempo que no fregaba más platos que los míos dos días seguidos.
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