Me he enterado hoy de algo gracioso. Veréis, el servicio postal de estos Estados Unidos en que me encuentro ha emitido la friolera de tres mil millones de sellos (aunque ellos sean unos exagerados y digan que son tres billones, por aquello de que les gusta medirlo todo en una escala diferente) con la cara de ese emblema nacional, regalo de los franceses, que vienen a llamar la Estatua de la Libertad. Tranquilos que no me voy a meter a filosofar sobre el hecho de que la ilustre mujer le de la espalda a prácticamente todo el país, la frivolidad que supone gritar Liberty mirando al mar cuando aquí a la libertad se le llama freedom, o las incongruencias de tener semejante monumento encarcelado en una minúscula isla en un pedazo de río rodeado de tierra por todas partes, pero os las dejo por si os apetece pensar.
Lo divertido del caso es que la foto es, de hecho, la foto de la flamante copia que preside el New York-New York Hotel & Casino en Las Vegas ¡Je! ¡Si es que precisamente ese sitio se inventó para poder ver la Torre Eiffel, los canales de Venecia, el centro de Manhattan y hasta el castillo del Rey Arturo o las esfinges del antiguo Egipto con solo darse un paseo! Al menos parte de la fotografía de viaje está a salvo mientras sigan estando en medio del desierto y allí no puedan vivir más que los cactus...
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